Cuando se habla del mejor bateador mexicano de todos los tiempos, inmediatamente surge el nombre de Héctor Espino, el famoso chihuahuense que escribiera páginas doradas en los libros de récords de los dos circuitos más importantes de la república.
No hay otro pelotero que se compare con él. Pues a pesar de haber transcurrido 37 calendarios de su retiro, su nombre sigue encabezando infinidad de récords, sobre todo en la Liga Mexicana del Pacífico, a la cual encabezó en varios departamentos ofensivos en muchas ocasiones
El famoso primera base nació el 6 de junio de 1939, en Chihuahua, Chih., y falleció el 7 de septiembre de 1997 en Monterrey, N.L. Espino es una leyenda viviente del beisbol mexicano.
Ningún otro hombre ha escrito hazañas semejantes. En 1958, jugando con Acámbaro en la Liga del Bajío, Mauro Contreras lo entusiasmó para llevarlo a los Dorados de Chihuahua, de Memo Garibay en la Liga Nacional.
En 1960 alineó con San Luis Potosí en la Liga Central y ese mismo año se contrató con Naranjeros de Hermosillo en la Mexicana del Pacífico.
En 1962 debutó con los Sultanes de Monterrey, equipo que manejó e hizo campeón Sungo Carrera; allí, Espino se iniciaba en una carrera profesional en los máximos circuitos del beisbol mexicano, donde participó durante 47 temporadas, 24 en verano y 23 en invierno.
En la Liga Mexicana de Beisbol fue campeón bateador en las temporadas de 1964, 66, 67, 68 y 73; Fue campeón de slugging durante siete campañas y ganó cuatro títulos de jonrones; produjo 1,573 carreras con 2,752 hits, de los cuales, 453 fueron cuadrangulares, para un porcentaje global de .335 milésimas.
En la Liga Mexicana del Pacífico fue líder de bateo en 13 temporadas, seis veces fue el Jugador Más Valioso del torneo, siete veces líder de producidas, con 11 campeonatos de slugging, seis títulos de jonrones, bateando 299 cuadrangulares y produciendo 1,120 carreras, para un porcentaje global de .330.
Cuando el inmortal Angel Castro lo conoció, dijo: Es lo mejor que he visto en mi vida. A la defensiva ganó el Guante de Plata en 1975, como el mejor inicialista de las Ligas Menores.
Sobre Héctor Espino se pueden escribir grandes volúmenes. La opinión general de los aficionados al Rey de los Deportes es que difícilmente podrá haber otro mejor que él. Se retiró con los Sultanes el 19 de julio de 1984, después lo hizo en otras plazas, donde lo conocían como; El Rebelde de Chihuahua, El Supermán de Chihuahua y El Niño Asesino.
El famoso pelotero ingresó al Salón de la Fama del Beisbol Mexicano en 1988.