Nació el 6 de octubre de 1897 en Laredo, Texas y falleció el 6 de junio de 1947, en Tampico, Tamaulipas.
Estupendo lanzador derecho, de gran control, esquinero, nunca vendió la pelota a los bateadores contrincantes y por eso a muchos los dejó con la carabina al hombro.
Martínez también cubría el jardín central y le daba duro a la pelota.
Desde joven jugó con equipos de Tamaulipas; posteriormente lo hizo con clubes de Monterrey, San Luis Potosí y México, D.F.
En 1923, con el equipo Luz y Fuerza fue el lanzador más sobresaliente de la Liga Tampiqueña.
Un año después, en el puerto jaibo, Chío ponchó a 24 bateadores al lanzar un juego contra el Aguila de Veracruz. Dos años después, al inaugurarse el Parque Alijadores, alineó con el equipo de casa y derrotó al Cuban Stars pitcheando contra Ramón Bragaña.
Le ganó un duelo de pitcheo al cubano Adolfo Luque en el apogeo de su carrera, en 1931, en la capital del país.
Al año siguiente, contratado por Homobono Márquez, jugó con el equipo Aztecas, al lado de Agustín Bejerano, José Luis Chile Gómez, Fernando Barradas, Apolinar Pulido Polín, Ramón Bragaña, Felipe Montufar y Basilio Brujo Rosell, todos ellos miembros del Salón de la Fama.
Fray Nano lo consideró uno de los mejores lanzadores mexicanos. De 1937 a 1942 fue coach del equipo Alijadores.
En 1945 sufrió un accidente que le lesionó la pierna izquierda y eso lo obligó a abandonar el beisbol, cuando contaba con 48 años de edad.
Porfirio Chío Martínez ingresó al Salón de la Fama del Beisbol Mexicano en 1985.
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