Trofeo obtenido por Antonio Delfín Lañiza. Este nació el 18 de febrero de 1895, en Tlacotalpan, Veracruz y falleció el 30 de abril de 1945, en el puerto jarocho.
Empezó a practicar el beisbol a la edad de 14 años en el puerto de Veracruz, y desde entonces (1909), destacó en los diamantes, hasta situarse como uno de los jugadores más completos que ha habido en México. El América fue el primer club organizado en el que actuó, en 1914, y pronto se convirtió en ídolo de los aficionados.
Más tarde formó parte del Esperanza, del Colón, del Aduana y del Águila, equipos en los cuales se hizo de una bien ganada fama, que lo llevó, en noviembre de 1918, a ser contratado por el Nacional de la Ciudad de México. El Nacional se enfrentó al Reforma y a los clubes cubanos Matanzas, Almendares y Cuban Stars. Contra esos poderosos conjuntos, Lañiza confirmó su grandeza sobre todo como pitcher, short stop, y como bateador.
Ya nuevamente con el Águila, el 14 de abril de 1922, dejó sin hit ni carrera al México, terminando el juego 8-0; sólo se embasó un contrario por error, a lo que siguió un double play para retirar el juego en 27 bateadores.
Se relatan de él cosas asombrosas. El cronista W. J. Lamont (El Gatito Blanco), escribió en El Dictamen: "Antonio es una maravilla jugando cualquier posición. No hay más que un Lañiza, jugador natural". Se afirma qué, si en su época hubiera habido "buscadores" de Ligas Mayores, como en la actualidad, habría jugado en esa pelota con el mismo sello de estrella que lo hizo en México. Se retiró en 1932, en Veracruz. Electo al Salón de la Fama del Beisbol Mexicano en 1939.
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